Un sacristán distraído
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El señor cura de un pueblecito estaba enfermo, y no pudiendo
celebrar misas, llamó al sacristán y le dijo: “Mira Tiburcio: como
tengo
fiebre no puedo celebrar Misa. Pero me harás un favor. Toma papel y
anota para que anuncies desde el púlpito que estoy enfermo y no podrán
oír Misa el domingo; pero que eso no es pecado. Que mañana lunes se
casarán María Fernández y Juan Pérez. Que el miércoles no se puede
comer
carne. Que el martes es la fiesta de San Pedro y San Pablo. Que el
jueves, víspera del primer viernes, se atenderán confesiones. Y que el
domingo se hará colecta para enviar el óbolo al Papa. También que la
cartera que se olvidaron en la iglesia, puede su dueño pedirla en la
sacristía. ¿Lo anotaste todo?
- No Padre, pero me acordaré de todo perfectamente.
Momentos después el sacristán sube al púlpito y dice:
- El señor cura está enfermo y eso no es pecado. Mañana lunes se
casan San Pedro y San Pablo; pasado mañana María Fernández y Juan Pérez
no pueden comer carne.
El jueves es primer viernes; y el domingo vendrá el Papa para
hacer colecta con la cartera que está en la sacristía.